Se le conoce
informalmente como Internet profunda o Internet
invisible (en inglés: Deepweb, Invisible
Web, Deep Web, Dark Web o Hidden Web) a una porción
presumiblemente muy grande de la Internet que
es difícil de rastrear o ha sido hecha casi imposible de rastrear y deliberadamente,
como lo es el caso del Proyecto Tor,
caso en el cuál ha sido hecha de ésta manera vía usando métodos poco
convencionales, cómo con la proxyficación con muchos proxys,
el no utilizar direcciones de Internet, sino códigos y el utilizar el pseudodominio
de nivel superior
onion
la cual fue creada por
la Armada de los
Estados Unidoscomo una prueba y ahora es aprovechada por
delincuentes cibernéticos.
Se
le conoce así a todo el contenido de Internet que
no forma parte del Internet
superficial, es decir, de las páginas indexadas por las redes de los motores de
búsqueda de la red. Esto se debe a las limitaciones que tienen
las redes para acceder a todos los sitios web por distintos motivos. La mayor
parte de la información encontrada en la Internet Profunda está enterrada en
sitios generados dinámicamente y para los motores de búsqueda tradicionales es
difícil hallarla. Fiscales y Agencias Gubernamentales han calificado a la
Internet Profunda como un refugio para la delincuencia debido al contenido
ilícito que se encuentra en ella.
Los secretos del Área 51, ¿finalmente al descubierto?
De la gran
cantidad de historias sobre ovnis y avistamientos alienígenas que han
alimentado durante el siglo XX las teorías de la conspiración, no hay otra con
tanta difusión en la cultura popular como la del Área 51 y el llamado incidente
Roswell, que cuenta cómo el 7 de julio de 1947 una presunta nave extraterrestre
se estrelló en mitad del desierto, cerca de esa pequeña localidad de Nuevo
México, en Estados Unidos. Sin embargo, cada vez más datos desmontan la versión
ufológica del asunto y da más razones a aquellos que señalan que,
efectivamente, el Área 51 existió y en él se realizaron diferentes experimentos
secretos, pero que estos no tenían nada que ver con habitantes de otros
planetas, sino con la prueba de nuevas aeronaves por parte del ejército
estadounidense.
El último
grano de arena de esta montaña lo ha aportado un informe de los Archivos de
Seguridad Nacional que acaba de ser desclasificado por la CIA y que la
Universidad George Washington ha puesto a disposición de manera libre, en el
que se explica, entre muchas otras cosas las pruebas que se realizaron con el
avión U-2 en la llamada área 51, en el lago Groom, como también es conocida. Se
trata de un documento llamado La Agencia de Inteligencia Nacional y el
reconocimiento desde las alturas: los Programas U-2 y Oxcart, escrito por
Gregory W. Pedlow y Donald E. Welzbenach que, en sus más de 400 páginas, puede
arrojar una nueva luz a las prácticas realizadas en dicho complejo de Nevada
que, efectivamente, eran y son top secret. Pero no por las razones que muchos
pensaban.
Sobre ovnis
y efectos ópticos
El informe
indica en su página 85 que “las alturas a las que se probaban los U-2
provocaron un efecto colateral inesperado, un tremendo aumento de los
avistamientos de objetos voladores no identificados (ovnis)”. Como explica
dicho informe, el ciudadano estaba acostumbrado a ver vueltos comerciales que
alcanzaban una altura de entre 10.000 y 20.000 pies, mientras que los U-2 lo
hacían tres veces más alto, a los 60.000. También se afirma cuál es el momento
en el que se producen el mayor número de estos avistamientos: a la hora del
anochecer, y sobre todo, por parte de pilotos de aerolíneas que viajaban del
este al oeste. La confusión se producía, explica el informe, por el efecto que
la luz reflejada en dichos aviones producía, y que provocaba que dichas naves
pareciesen “objetos ardientes”.